Muy arriba, pero no tanto
Reviso los correos guardados del
2019 con el objetivo de comenzar el 2020 bajo una suerte de higiene
mental. Durante el ejercicio (hace muy bien a la creatividad), me
propongo escribir sobre lo que me interesó y por algo no fue a dar a
la papelera.
En el asunto del envío de
Santillana Uruguay se lee: Novedades literatura infantil – juvenil,
Arriba en las ramas-Eloísa Figueredo. Y en el adjunto, se anuncia
el dossier sobre la obra. De inmediato me hizo campanitas, las
mismas que resuenan cuando veo la primera escena de una película y
tengo la seguridad de que ya la vi.
Mientras busco en la biblioteca,
recordando que la tapa era de un tono de cielo suave, y animada por
la idea de trepar a los árboles, dado que siempre voy mirando para
arriba, o muchas veces estoy en las nubes, o en la luna, es que doy
con el libro.
De tapas duras, la ilustración de
la portada incluye ramas y una nube donde se anuncia el título. En
letras pequeñas aparecen los nombres de quien lo pensó y escribió
así como también de quien se encargó de dibujar las palabras.
Tres aviones de papel blanco dan mayor vuelo a la promesa. Un poco
más arriba del borde inferior y con letra mínima se imprimen los
logos: Fondo Concursable para la Cultura, MEC, Tunita ediciones.
Despabilada del todo, porque el
tilín tilán me refrescó que tiempo atrás habíamos premiado la
obra, indagué en las actas del Premio Bartolomé Hidalgo. Y en
efecto, quedé complacida con el resultado. Santillana reeditó el
libro que el 19 de setiembre de 2016, los jurados Dinorah López
Soler, Sylvia Puentes de Oyenard y yo, conformamos en galardonar.
En el enunciado expresábamos las
razones por las que habíamos concluido en dicho dictamen, juicio
que confirma en el presente, una acertada decisión:
Se
resuelve por unanimidad discernir
el Premio
“BARTOLOMÉ HIDALGO”
Categoría
LITERATURA INFANTIL SUBCATEGOÍA LIBRO ÁLBUM 2016 a:
Arriba
en las ramas. Autora Eloísa Figueredo. Ilustraciones: Genoveva Pérez
Volpe
Se
destaca el equilibrio entre la ilustración y el texto, formando un
todo armónico, en el que palabras e ilustraciones narran. A estos
dos códigos hay que sumarles un tercer componente: la edición. En
el presente libro, ésta última también participa en la
construcción de sentido, con un cuidado estético reconocible.
La
consistencia del relato transmite alegría y ternura a la vez. La
integración de prosa, poesía y leyenda, posibilitan que el lector
niño incursione en diferentes formatos discursivos. La anécdota
planteada pone, como centro de la propuesta, el juego sencillo y
cotidiano. Niños y adultos lectores son invitados a redescubrir el
entorno inmediato para verlo con otros ojos.
En la reseña de la Editorial Santillana Loqueleo, se invita al
lector a dar una vuelta por el barrio junto a los niños
protagonistas, Beti y Atilio. Observar los árboles que nos rodean
nos llenará de gozo y conocimiento de los seres vivos.
Por mi parte, de solo saber que me esperan un jacarandá, una palmera
timbó, un ombú, un plátano, me hace querer subir por las ramas.
Pero no tan alto como para perderme el verde paisaje de sus hojas◆
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